La derrota de la clase trabajadora no ha sido únicamente de carácter político, sino que ha afectado a la sociedad en un nivel mucho más profundo. Ya no hay conciencia de clase, ni unión de clase, ni mucho menos orgullo o compromiso de clase.
Las mejoras logradas tras duras y largas batallas sindicales se han perdido en un soplo. La derrota de la izquierda en este país es abrumadora.
Para combatir el injusto y desigual reparto de riqueza y poder que existe en la sociedad, la clase trabajadora debe recuperar la lucha de clases, aunque para ello primero tiene que tomar conciencia de sí misma, de sus necesidades y objetivos, y luego hacerse oír en un frente unido.