La década de los treinta del siglo XX fueron tiempos muy difíciles para España. Primero, por las revueltas populares que trajeron la republica, y luego por la guerra civil, una cruel masacre genocida que, me temo, partió de arriba abajo nuestro país, no solo en clases sociales, como sucede en otras naciones, sino en dos grandes bandos enemigos, de ideologías políticas opuestas y con mucha sangre que lavar por ambas partes. Una división que perdura hasta nuestros días, aunque sin la saña y la violencia del pasado.