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LIBROS DE PAPEL

En la actualidad están cobrando un gran auge los libros electrónicos. E-Book, se llaman, con ese anglicismo norteamericano que domina la cultura mundial. Yo tengo uno, que me regalaron, durmiendo el sueño de los justos en un cajón. Y no porque sea reacio a las nuevas tecnologías. Me gustan mucho los formatos digitales tanto para la música como para el cine, aunque conservo muchas películas y canciones en disco. Simplemente ocurre que ha llegado tarde para alguien que, como yo, tiene cientos de libros que me acompañan desde hace años.

 
E n la actualidad están cobrando un gran auge los libros electrónicos. E-Book, se llaman, con ese anglicismo norteamericano que domina la cultura mundial. Yo tengo uno, que me regalaron, durmiendo el sueño de los justos en un cajón. Y no porque sea reacio a las nuevas tecnologías. Me gustan mucho los formatos digitales tanto para la música como para el cine. Simplemente ocurre que han llegado tarde para alguien que, como yo, tiene cientos de libros que me acompañan desde hace años.
He de reconocer, sin embargo, las ventajas del novedoso sistema: se pueden leer en la más completa oscuridad, contienen numerosos volúmenes y además disponen de un diccionario incorporado para facilitar su consulta inmediata. Esto por lo que yo sé, aunque supongo que todavía esconderá más utilidades. Sin lugar a dudas, si fuera joven y estuviera empezando a formar mi biblioteca, usaría plenamente este aparato. Lo dedicaría para almacenar los numerosos ejemplares que sirven únicamente como textos de consulta, aquellos cuyo valor estriba en la información y los datos que contiene, como las enciclopedias, por ejemplo. Pero existen otro tipo de libros, más personales, que prefiero en papel y, a ser posible, bien encuadernados, con una portada artística y bellas ilustraciones, junto a una buena tipografía.
Para los amantes de los libros, se trata de mucho más que de un conjunto de hojas impresas y pegadas. Un libro dotado de las cualidades antes mencionadas se convierte en un artículo precioso, que uno atesora como si fuera una obra de arte - y no me refiero exclusivamente a ciertos raros y costosos ejemplares. Los libros son objetos valiosos por sí mismos.
A pesar de que la impresión en masa ha conseguido divulgar millones de copias de un mismo libro por todo el mundo, robándoles la exclusividad de los incunables escritos a mano, no por ello se ve despojado de valía. Cuando un libro llega a las manos adecuadas, cobra una importancia y un significado de enorme valor personal. Los libros se vuelven entonces necesarios, como amigos que nos acompañan en las vicisitudes de la vida. Nos proporcionan conocimiento y sabiduría, consuelo y placer, alegría y solaz, llegando algunos, los más selectos y especiales de todos, a formar parte integrante de nuestro verdadero ser. Por eso son tan importantes, tan necesarios, tan insustituibles.
Por lo tanto, no creo que se trate tanto de dilucidar cuál de los dos medios prevalecerá. Espero que no se imponga de forma absoluta el libro electrónico, lo que supondría sin más remedio el fin para los libros de papel. Confío que no estemos presenciando el comienzo de un verdadero “Fahrenheit 451”, y que, en un futuro más o menos próximo, se lleguen a destruir o convertir en pulpa la mayoría de los libros. Me gustaría que ambas clases de libros puedan coexistir al mismo tiempo. Por el bien de los árboles y del ser humano.
 



 
 

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