Me veo a mí mismo de pie en los anchos escalones de la escuela-convento de las Hermanas. A los catorce años, después de tres en la escuela hogar, la dejo para irme a casa de mi padre y luego a otro colegio de chicos mayores.
Pronto aquel hijo único supuso una carga para un padre constantemente de viaje y ocupado por su trabajo. Sería en Kansas City, en su adolescencia carente de figura paterna, donde tuvo el primer contacto con el mundo criminal.
De carácter rebelde, no tardó en lanzarse a la aventura y convertirse en vagabundo y ladrón profesional. Black vivió con un pie en el siglo XIX y otro en el XX, cuando se forjaron las leyendas de famosos forajidos como Jesse James, Billy el Niño o la banda de Butch Cassydy y Sundace Kid. Eran los últimos tiempos del Salvaje Oeste, un tipo de vida específicamente americana de la que dio cuenta en sus memorias.
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Extraído de un artículo publicado en Harper's Magazine (junio de 1929).
Vivimos en un tiempo violento. La sociedad lucha contra los delincuentes con métodos criminales, contra los brutos con métodos brutales y contra los asesinos con métodos asesinos, sin siquiera analizar la cuestión de si esto no conduce a una escalada de la violencia. ¿Hay algún precedente en la historia que indique que este método puede funcionar?
Con la excepción de aquellos que habían cometido crímenes pasionales, ninguno había abrazado la carrera delictiva de la noche a la mañana. Para la mayoría de ellos, una cosa había traído otra y habían llegado lenta, gradualmente.
Es inútil querer mantener el orden aterrorizando a los criminales. Los criminales endurecidos son aún más violentos porque los privan de una segunda oportunidad. Leyes…que destruyen toda esperanza, son leyes violentas que generan violencia. En el mejor de los casos, ponen al delincuente en un callejón sin salida.
Del mismo modo, frente a un aumento preocupante de la delincuencia, los expertos se apresuran a la acción, bajo la presión de una multitud de ciudadanos enojados que desearían que los crímenes cesen de la noche a la mañana. Presentan nuevas leyes cuando ya hay más leyes de las que pueden hacer cumplir. Recomiendan penas más duras, mientras que la experiencia ha demostrado en todas partes y siempre que no funciona… La violencia no es un remedio efectivo contra la violencia.
En suma, ¿qué reprocho a las personas honestas? Yo sostengo que multiplicar las leyes y endurecer las condenas sólo puede llevar a más crímenes y violencia... Debemos centrarnos más en la prevención que en la represión... Solo descubriendo las causas del crimen podemos esperar prevenirlos... Las personas honestas toman el problema al revés. Si dedicaran más interés a la silla del bebe, verían cómo se llena de telarañas la silla eléctrica. Solo ven los crímenes, y nunca las razones que empujan a los criminales a actuar; solo ven en lo que se han convertido, y nunca lo que los hizo ser lo que son.