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SONIA KOVALÉVSKAYA O LA PASIÓN INTELECTUAL DE VIVIR

Para mi hermana María

 
E n un principio, Sonia Kovalévskaya lo tenía todo para ser feliz y estar satisfecha con su destino. Era una mujer guapa, inteligente y con fortuna, hija de una familia noble de la Rusia de mediados del siglo XIX. Pero algo le impedía sentirse bien consigo misma. A pesar de su nacimiento privilegiado, tuvo que luchar con denuedo para que su extraordinaria capacidad fuera reconocida, primero por sus propios padres, reacios a que una mujer perteneciente a la aristocracia estudiara y trabajase, y luego por la sociedad de su tiempo, renuente a que las mujeres, más allá de su clase social, emprendieran estudios y se convirtieran en seres cultos e independientes por el simple hecho de haber nacido mujer.
En una época en que a las mujeres les estaba vedado acceder a la cultura y a la educación, en que carecían totalmente de independencia para actuar libremente, su espíritu libre y decidido y su genio matemático le ayudaron a superar estos obstáculos que se interponían en sus aspiraciones personales, como eran alcanzar las más altas cotas del pensamiento científico y literario. Además de una matemática excepcional, su talento como escritora se puso también de manifiesto en diversas obras literarias, entre las que destacan sus conmovedoras memorias tituladas Recuerdos de la infancia, libro que recomiendo encarecidamente a todos los que gusten de la buena literatura, pero con especial atención a las mujeres que deseen conocer cómo se forjó su destino colectivo. Por otra parte, sus logros científicos ayudaron a que otras mujeres emprendieran el mismo camino de liberación y desarrollo personal como individuos, luchando contra los prejuicios imperantes en una en sociedad cerrada que se lo impedía tan sólo por ser mujer.
En la década de 1850, Europa, y por extensión Rusia, se vio sacudida por una gran agitación política y social, el movimiento romántico estaba en su apogeo y los jóvenes se rebelaron contra los obsoletos y rancios principios que regían en la jerárquica y clasista sociedad de entonces. En un año tan tardío como 1861 fue cuando los siervos rusos consiguieron la libertad gracias a un decreto del zar Alejandro II. Rusia se enfrentó a diversos intentos de reforma, la juventud reclamaba una mayor participación en los asuntos que le concernían, como eran la educación universitaria, y las mujeres no fueron ajenas a estos nuevos aires reformadores.
Dejando atrás los prejuicios de clase, Sonia recibió la influencia de las nuevas ideas sociales que durante aquellos tiempos revueltos encarnó el nihilismo, movimiento de gran auge sobre todo entre la juventud que luchaba por una sociedad más justa y libre en la tiránica Rusia de los zares.
Sonia vivió inmersa en las ideas y acontecimientos de su época, siendo una de las primeras mujeres en abrirse camino en una ardua tarea de emancipación personal. Para poder estudiar tuvo que abandonar su país y pedir permisos especiales para asistir a clase, que cuando le fueron negados se vio obligada a recurrir a lecciones particulares. Sus publicaciones científicas le dieron mucho prestigio, sobre todo a raíz de la obtención del reputado Premio Bordin otorgado por la Academia de Ciencia de París, pero, a pesar de ello y de contar con un doctorado en matemáticas, siempre hubo de vencer la resistencia social que acarreaba su condición de mujer, un reconocimiento que de haber sido hombre le hubieran concedido sin vacilar. Como mujer que era, las normas le impedían ingresar en la Academia de Ciencias de San Petersburgo, y únicamente en la progresista y liberal Universidad de Estocolmo pudo obtener un puesto de trabajo como profesora, ya que ninguna otra universidad europea se dignaba admitir a mujeres en su claustro docente.
Sonia fue pionera y un ejemplo inspirador para otras muchas mujeres en todo el mundo. No solo fue la primera mujer en obtener el grado de doctora en matemáticas, sino que está considerada entre los mejores matemáticos de la historia gracias a sus trabajos de investigación, ya que introdujo novedosos métodos que provocaron grandes cambios y reformas en diferentes áreas de las matemáticas. Entre otros, el resultado más importante consistió en demostrar que los famosos anillos de Saturno tenían forma oval. El conjunto de su obra ejerció una enorme influencia en las matemáticas del siglo XX.
Igualmente, fue una nihilista rusa que no dudaba de sus posturas políticas, comprometida siempre con la causa de la libertad y la justicia, ideas a las que se mantuvo fiel durante su corta existencia. Por si no bastara, fue portavoz de los derechos de la mujer en un tiempo en que ésta se hallaba sometida por una sociedad carente de igualdad entre sus miembros. Todas estas cosas hicieron de ella una amenaza para la caduca, obsoleta y machista comunidad científica europea, dominada exclusivamente por hombres, como sucedía en la sociedad de entonces.
Por desgracia, su prematura muerte a los 41 años, truncó una vida dedicada a la ciencia y la lucha por los derechos de la mujer.
En la actualidad, el cráter lunar "Kovalevskaya" lleva este nombre en su honor, al igual que el asteroide 1859, figura estelar que forma parte del cinturón exterior de asteroides y que tarda 2099 días en completar una órbita alrededor del Sol.

 


 

 

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